viernes, 30 de octubre de 2009

Lafita y Ander, pareja titular ya

Hoy voy a jugar a ser entrenador, algo que puede hacer todo el mundo, y voy a pedir firmas para la plataforma Ander Herrera y Ángel Lafita pareja titular ya. ¿Por qué? Me parecen, lo primero, dos futbolistas de gran nivel. Lafita está hecho y es el crack del Real Zaragoza. Ander, por su parte, está en pleno proceso de formación. Apunta maneras y veo en él a un jugador decisivo de cara al futuro. Es diferente y creo que el equipo necesita su fútbol. No hay otro jugador en la plantilla como el canterano. Listo, rápido en sus movimientos y capaz de ver la jugada antes que nadie. La conexión aragonesa es la base del éxito del Real Zaragoza. Además, los aportan garra y carácter a un equipo débil de mente en demasiados momentos de los partidos. Lafita ya tuvo que emigrar a La Coruña en busca de lo que en su casa le negaban. Espero que no se repita la historia con Ander. Hay que tener paciencia con Herrera y, por supuesto, habrá que perdonarle los fallos. Sólo así se forjan los grandes futbolistas. Y Ander, sin duda, puede llegar a serlo. Démosle tiempo y partidos seguidos como titular.

El Real Zaragoza necesita a su gente, al producto local que no tiene nada que envidiar a nadie. No digo que deben ser titulares por decreto, pero ¿acaso alguno de sus compañeros se ha ganado tal condición? No. ¿Quién me sobra en la alineación? Ahora mismo Pennant. Ojalá el inglés me saque los colores y se convierta en el mejor zaragocista de la temporada. Lo celebraré como el que más, pero de momento no me parece decisivo. Jorge López sí lo es. Porque es el estratega y hombre de confianza de Marcelino. Posee un guante en la derecha que le convierte en letal a balón parado, el principal argumento del Real Zaragoza en lo que va de Liga. Llevo tres de cuatro en la ofensiva. ¿Quién debe acompañar a Jorge López, Ander y Lafita? Por eliminación, Arizmendi. Reconozco que soy de Ewerthon, pero debo aplicar el mismo código que en el caso de Pennant. Arizmendi ha aportado más cosas que la ‘Flecha’ y, encima, suma tres dianas. No es ‘9’ nato, pero hasta la octava jornada ha cumplido con el gol.

jueves, 22 de octubre de 2009

Yo, creo

Alguno dirá que estoy loco o que no tengo ni idea de lo que escribo. Puede que tenga razón, pero la victoria del Rubin Kazan ruso en el Camp Nou me ha devuelto la fe. Sé que es prácticamente imposible ganar. Reconozco que casi ni me lo creo, pero ha llegado la hora de soñar. Además, ¿por qué vamos a dar el partido por perdido de antemano? Si pasa, lo contaremos. Pero hasta el domingo hay que lanzar mensajes de optimismo.

El Barcelona está en su peor momento de las dos últimas temporadas. Estoy seguro de que no es casualidad. Es humano y, como tal, tiene derecho a fallar. Tras su empate en Valencia pensé que iba a reaccionar de inmediato, que le iba a meter ocho goles al débil Rubin Kazan y alguno menos al Zaragoza. Lejos de hacerlo, los catalanes cayeron con toda justicia, por mucho que los mensajes que lanza la prensa culé hablen de mala suerte y lanzamientos al poste.

¿Qué debe hacer el Zaragoza para ganar en Barcelona? Jugar un partido perfecto, tanto en el apartado táctico como en el mental. No se pueden repetir los errores de la pasada jornada contra el Racing. El equipo pecó de soberbia porque lo vio ganado en el descanso y se dejó llevar hasta que no hubo remedio. En el lado futbolístico, el Zaragoza tiene que confiar en los planes de Marcelino. Estoy seguro de que el asturiano tiene un plan y que su filosofía pega mucho más para sorprender a los clubes grandes que para llevar el peso del juego durante un partido contra rivales menores.

Defensa y velocidad son las armas principales. Lo primero servirá para cerrar la puerta de Carrizo y aguantar; lo segundo para buscar a Víctor Valdés con precisión en las contadas ocasiones que concederá el Barcelona. Vamos, que el espejo es evidente: hay que jugar como el Rubin Kazan. Si ellos pudieron, ¿por qué no lo va a hacer el Zaragoza? El equipo de Marcelino es mejor que el ruso. Yo, creo. Y lo seguiré haciendo aunque el mundo me llame loco y mientras el partido contra el Barça no haya terminado.